viernes, 9 de julio de 2010

Conflicto


...Una hoja seca de roble que parecía una marchita mano morena avanzó a saltitos
hasta su pie, pero no hubo respuesta. En lo alto, el cielo era gris como cristal,
gris como las lápidas que la rodeaban. Elena sintió que la ira y la frustración le
escocían en la garganta y hundió los hombros. Se había equivocado. Damon no
estaba allí, después de todo; estaba sola con el viento que aullaba.

Giró... y lanzó una exclamación ahogada...

...Parecía como si todo, el cielo plomizo, los robles y las hayas moradas, el mismo
suelo, estuviera conectado a él, como si absorbiera Poder de todo ello.
Permanecía parado con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y los ojos
insondables y llenos de extrañas luces.

—No lo sé —musitó la muchacha—, pero encontraré algo. Créeme.

Él rió de improviso, y el corazón de Elena dio un vuelco y empezó a palpitar con
fuerza. Dios, era hermoso. Apuesto era una palabra demasiado pobre y gris.
Como de costumbre, la carcajada sólo duró un instante, pero incluso cuando sus
labios se serenaron dejó un vestigio en sus ojos.

—Te creo —respondió, relajándose mientras paseaba la mirada por el
cementerio.

Luego volvió el rostro hacia ella y le tendió una mano.
—Eres demasiado buena para mi hermano —dijo con toda tranquilidad...


(CONFLICTO Crónicas Vampiricas II L. J. Smith)

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